Foro VESPANIA
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El Bielas
]JORNADA 13. 1 DE AGOSTO. LOS QUESOS DE SAINT NECTAIRE [/font]
Dejo calw a las seis de la mañana. Tengo muuuuchos kilómetros por delante, y quiero llegar a Saint Nectaire a una hora razonable para pasear por el pueblo.
Cojo la autovía hacia el sur que se traza paralela a la frontera con Francia. Me planteo la duda de si descender por Alemania o por Francia, y finalmente lo hago por Alemania hasta la frontera próxima a Mulhouse. Durante dicho tramo, me detengo en una gasolinera a repostar y, ante mi sorpresa, un motorista al otro lado del surtidor me pregunta que de dónde vengo. Le comento que procedo de Zaragoza, a lo que me responde que él trabaja en Tudela. Se trata de un viajero rumano, que había vuelto en moto a su patria por vacaciones, y que se encontraba de regreso. Insiste en tomar un café, a lo cual acepto encantado, y tras invitarme, nos pasamos un rato charlando sobre las características de nuestros viajes. Él viaja en una 600 moderna, bien pertrechado, puesto que no es poca la distancia que ha recorrido.
Intercambiamos los números de teléfono, y nos despedimos. Yo salgo un poco antes, puesto que él está revisando unos últimos detalles. Al poco de atravesar la frontera y sobrepasar Mulhouse, me adelanta saludándome.
Continúo sin descanso, parando sólo lo necesario para repostar, tomar un bocado rápido, y poco más. Aún me acompañan los restos del taco de gruyère, que junto con alguna chocolatina adquirida en cada gasolinera me resultan más que suficiente para mantenerme despejado. Afortunadamente, la temperatura no es demasiado elevada y puedo rodar rápido, sin miedo a más gripajes. Deshago la ruta que me había llevado a esta zona dos semanas atrás, aproximándome a Chalon sur Saône. Desde este punto, continuaré por carretera nacional, dado que una estupenda ruta prácticamente recta me aproxima a Clermont Ferrand. Poco antes de llegar a una ciudad llamada Lapalisse, el cielo se va cubriendo y amenaza tormenta. Hasta el momento no ha caído ni una sola gota, pero temo que mis horas están contadas. Atravieso Lapalisse, observando un imponente palacio sobre lo alto, que como averiguo posteriormente es visitable, lógicamente.
Llego a una gasolinera junto a la salida, y al minuto comienza a llover torrencialmente. Efectivamente, la tormenta ha llegado, y la propietaria me ofrece guarecerme en su taller mientras me disfrazo de nuevo con el traje de pocero, del que prescindía ya desde hacía varios días. Un oscuro y cerrado cielo me hace saber que esto va a durar más de diez minutos. Efectivamente, ante la insistencia de la tormenta, decido salir a la carretera lloviendo.
Desde aquí hacia Vichy, que dejo a mi izquierda, para alcanzar definitivamente la autopista que se encuentra al norte de Clermont Ferrand. Sigue lloviendo insistentemente, y ya no dudo de que voy a terminar así la jornada. Atravieso esta ciudad por el este, para dirigirme hacia el sur y tomar la salida número 6. Poco antes de esta salida, me detengo de nuevo en un área para llenar el depósito. Las gotas rebotan sobre inmensos charcos, mientras los motoristas nos miramos con cara de angustia. Habrá que proseguir.
Por fin, me adentro en un valle situado en Auvergne, que se caracteriza por los montes, volcanes extintos, que hacen de la zona un entorno con cimas de aspecto singular, a la par que valles frondosos con carreteras en perfecto estado para disfrutar.
Tras atravesar Champeix y Grandeyrolles, llego a Saint Nectaire. Este pueblo es conocido por lo quesos de denominación del mismo nombre, y que ya había tenido la oportunidad de conocer el año anterior en mi viaje a Cluny. Me alejo en el Hotel de la Paix, donde disfrutaré posteriormente de una “truffade”. De Saint Nectaire, claro. Asciendo a pie para visitar de nuevo la iglesia románica, que me maravilla de nuevo, un año después de mi última visita.
Ya en el hotel, y para mi desgracia, el propietario, holandés, decide agradarme durante la cena obsequiándome con música de Julio Iglesias en la sala. Si el pobre supiera lo que opino al respecto… Al menos, disfruto de la truffade, que es un revuelto hecho con patata frita, jamón y claro, queso fundido de Saint Nectaire. Una delicia hipercalórica y poco adecuada para irse a dormir de inmediato. Aún así, me voy a descansar, que mañana aún queda un buen trecho.
JORNADA 14. 2 DE AGOSTO. GOING HOME [/font]
A las ocho de la mañana, atravesando el “Col de la Croix Morand”, me dirijo a La Bourboule, donde se encuentra la quesería Subirana, con el fin de llenar los huecos que aún quedan en mis baúles. Una vez allí, habiendo atravesado el puerto con densa niebla y algo de agua, me encuentro con un francés que me comenta poseer una PX125, y que me anima, puesto que ambos somos conscientes de la jornada pasada por agua que me espera.
De hecho, según cargo diversos tipos de queso en las maletas, con la quesería de fondo, observo cómo la nube negra se ceba sobre mí. De nuevo, me disfrazo, y en esta ocasión para todo el día.
Desde Saint Nectaire salgo por la autovía que me dirige hacia el norte de Toulosse. Aburrida a más no poder, pero al menos práctica. En torno a unos 350km que se hacen interminables. Para mí, Toulouse representa un vértice psicológico en el camino, que una vez superado me dará ánimos. Continúa lloviendo, y bastante fuerte. En algunas zonas paso frío, puesto que la temperatura no es elevada y además el agua comienza a calar por algún sitio. Con las horas que me esperan así llegaré empapado al final del trayecto.
Sí, en torno a las 14h, coincidiendo con mis previsiones, atravieso Toulouse. La lluvia da tregua durante una hora, hasta que tomo la salida 16 que me conducirá inevitablemente de nuevo hacia el sur. Apenas queda una hora para dejar Europa y volver con pesar a España. Según asciendo hacia los Pirineos, a la altura de Arreau, comienza a llover con fuerza. El ascenso, en el cual adelanto a diversos coches a pesar de mi carga, se hace extremadamente duro. Las herraduras se suceden, mientras veo cómo el agua se acumula en la calzada, y medito sobre el poder de evacuación de las SM100. No he tenido ningún susto hasta el momento y triste sería caerme ahora. Además, la visibilidad se reduce, la visera del casco se está empapando incluso por dentro, y tengo que hacer un gran esfuerzo para centrar mi vista sobre la ruta correcta.
Un camión, un camión me obliga a reducir a primera, con miedo de que se me cale y no pueda volver a arrancar. Con tal cantidad de agua, la batería sin carga, la moto con ruido de cacerola, y al comienzo de mi agotamiento, empiezo a dudar si podré arrancar de nuevo en el caso de pararme. Decido intentar adelantar al camión en un tramo recto, puesto que aunque es subida él no rueda a más de treinta por hora. En primera hasta agotar el cuentavueltas, me lanzo con la esperanza de que no haya dejado de percibir algún coche en contra por causa de la lluvia. Segunda a media altura del camión, y lo supero según alcanzo una curva perdiendo la visibilidad. Al menos, podré continuar algo más rápido. Tras las últimas herraduras, una subida paralela a la ladera me permite percibir al fondo el túnel de Aragnouet – Bielsa. También observo el semáforo que controla la circulación alternada, en rojo para mi desesperación. Subo la moto al caballete, y decido parar el motor. Si decide no arrancar, siempre puedo lanzarla por la pendiente en dirección contraria. Tras unos minutos, el túnel se reabre en nuestro favor, y al primer intento, gratamente sorprendido, Cacereña arranca entre sus gritos metálicos.
Entramos en el túnel. Apenas un kilómetro, y veré el cartel que delimita la frontera en el interior del paso, para mi dolor. Al dejar el túnel, llueve aún más que en Francia. Inicio el descenso con tal naturalidad que parece que el suelo está seco. Veo a la izquierda a unos motoristas refugiados bajo el acceso a una central eléctrica, esperando que escampe. Pues lo llevan claro. En la gasolinera próxima a Bielsa reposto, tras realizar parte del descenso en punto muerto pensando que estaba a punto de agotar la reserva. Entre charcos, intento salir, haciéndome sitio por los huecos que hay entre los coches que se refugian de la tormenta. De poco sirve detenerme, ya estoy empapado y no voy a solucionar nada. El GPS se ha inundado y ha muerto también.
Continúo hacia Ainsa. Justo frente a la gasolinera que se encuentra a la izquierda me detengo en un atasco, y ante la amenaza del granizo, intento zafarme por el arcén inútilmente. Al minuto veo caer las primeras piedras, mientras que un motorista francés refugiado bajo el alero de la gasolinera me observa con indiferencia. Ahora ya no tengo escapatoria, me conformaré con no patinarme en el hielo y tratar de mantenerme en pie. Las piedras rebotan contra el casco, retumbando sonoramente. ¿Se rayará? No me importa demasiado, pero lo cierto es que tengo curiosidad. Los impactos sobre los brazos y las piernas me duelen, a pesar del traje de cordura, mientras observo cómo se cubre la plataforma con bolitas blancas del tamaño de cerezas, al igual que la calzada. Los coches empiezan a avanzar y se esconden como pueden allí donde ven un árbol o un saliente. Yo prosigo, puesto que como vuelva a echar el pie al suelo, me caeré, entre el mar de cubitos de hielo. La carretera es mía, puesto que todos los coches se han detenido en el arcén. Un mar de hielo cubre el pavimento, pero confío en que la rueda estrecha pueda abrir camino. Efectivamente, ni un resbalón y, a veinte por hora, decido seguir, puesto que ni la lluvia ni el granizo me van a detener. Como averiguaré posteriormente, una tormenta similar ha arrasado los cultivos de melocotón, una vez más. Creo que ha sido el día más aguado de mi vida motorista, puesto que he pasado no menos de diez horas bajo una lluvia intensa, sin otra elección que seguir adelante.
A unos cinco kilómetros de Ainsa, desaparecen las precipitaciones, y poco a poco intenta asomar el sol. Según me dirijo a Barbastro, comienza el ascenso de la temperatura, y en dicha localidad me planto en treinta grados. Como decía, ya estamos en el desierto. Desde allí hacia el oeste, para repostar antes de Huesca, en Siétamo si no me equivoco.
De nuevo en la autovía, sigo calculando la hora de llegada. La estimo en las 20h30, por lo que me pasaré por el taller de Pascual, Mamavespa, para entregar los quesos que me han encargado Abelina y Serafín. Atravieso el puente del Tercer Milenio que me conduce a la margen derecha. Tras el paso por algunos cruces, enfilo Nuestra Señora del Salz, aparcando con no pocos esfuerzos en el badén de Chipo. Me dirijo hacia Mamavespa, donde Pascual me recibe con un abrazo, sonriendo por haber completado mi andadura. Ha sido junto como Rafa Lombard el mayor cómplice, puesto que ha ido escuchando mis desgracias día a día, actuando como reportero en la lejanía.
Tras relatar con más detalle algunos pasajes del viaje, me dirijo a casa. Las nueve y media de la noche. Abandono en el garaje a Cacereña, que se ha merecido un descanso, e incluso un lavado de motor a pesar de los desperfectos.
El balance de la ruta, muy positivo. He disfrutado de rincones de ensueño, conocido gente bien peculiar, rodado junto a verdaderos viajeros de los que aquí no abundan, y meditado durante horas sobre la vida, el futuro, mi anhelado exilio, futuros destinos, etc.
Definitivamente, destino para el próximo año: OSLO.
Queremos un libro tuyo ya!!! Da gusato leer estos relatos.
Sirven de mucho para emprender viajes de grandes distancias.
Espero conocerte en Oslo, en Dortmund, en Zaragoza o donde sea jajajajaa
Ponte
Vespa 150S ´63
Ofelia
Vespa Sprint ´66
Ligona
Vespa P200E´83
Sacrifais
Vespa PX 200 ´02
La Milla Verde
Muchas gracias por compartir con nosotros tu experiencia-
Bune relato.
Lo he leido de principio a fin. Que maravilla poder hacer un viaje de esos cada año. ¡Que envidia! 🙂
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jobeca
]Lo he leido de principio a fin. Que maravilla poder hacer un viaje de esos cada año. ¡Que envidia! 🙂
Te agradezco que hayas sido capaz de tragártelo entero 🙂
También lo leí de principio a fin de un tirón, me tenía atrapado. Y me obligó a buscar mis discos de Piazolla y el de Paolo Fresu con Galliano y volver a escucharlos.
Gracias por el maravilloso relato, yo ya me sentía realizado con mis vacaciones de este año en Vespa, pero al lado de las tuyas nada que hacerle.
Un abrazo!
B·sual
Vespa GTS 125
Touring
(2008)
Vespa 150 S
Lorna
(1963)
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bsual
]Y me obligó a buscar mis discos de Piazolla y el de Paolo Fresu con Galliano y volver a escucharlos.
No te puedes imaginar qué alegría me da que alguien más conozca a estos músicos para mí excepcionales...
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El Bielas
][quote=
bsual
]Y me obligó a buscar mis discos de Piazolla y el de Paolo Fresu con Galliano y volver a escucharlos.
No te puedes imaginar qué alegría me da que alguien más conozca a estos músicos para mí excepcionales...
Ya tenemos de que hablar cuando nos vuelva a tocar en la misma mesa, que en la cena de Ávila te podía el cansancio...
Saludos
B·sual
Vespa GTS 125
Touring
(2008)
Vespa 150 S
Lorna
(1963)
Buen viaje que te has pegao ¡¡¡¡¡
Me ha gustado mucho tu relato y esas fotos.
Haber con que nos sorprendes en otra ocasión.
saludos
vaya relato!!! ya habia leido antes algo tuyo, son unas aventuras para no olvidar, me parece duro hacer 5000km en coche en unos dias, pero me parece mas duro en moto y en vespa ya lo veo imposible buff.
Me alegro que dentro de lo malo la cacereña se portase bien y te llebase y trajera sin mayores complicaciones que las que has comentado
www.vesparagon.es
Vespa 125L de 1964
La poderosa
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cordobeitor1.6i
] te llevase y trajera sin mayores complicaciones que las que has comentado
Si te parecen pocas... 🙂
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El Bielas
][quote=
cordobeitor1.6i
] te llevase y trajera sin mayores complicaciones que las que has comentado
Si te parecen pocas... 🙂
peor hubiera sido que te hubiera dicho:
tio, hasta'qui emos llegau
😀 🙂
un saludo
www.vesparagon.es
Vespa 125L de 1964
La poderosa
Impresionante reportaje compañero.
Un saludo y gracias por compartirlo.
TX 200 del 89 (en mis manos).
Muchas gracias por tus relatos, hacen despartar en mi la ilusión por realizar algo parecido.
Saludos
Va por ti, Bielas, y por todos los escuchantes un Libertango de Piazzolla 🙂 🙂
[youtube]RUAPf_ccobc[/youtube]
Vespa 150S ´63
Ofelia
Vespa Sprint ´66
Ligona
Vespa P200E´83
Sacrifais
Vespa PX 200 ´02
La Milla Verde
[quote=
PONTEDERA
]Va por ti, Bielas, y por todos los escuchantes un Libertango de Piazzolla 🙂 🙂
Gracias, gracias, si es que esta música...
Por cierto, aprovechando que estás en Burgoslavia, ¿sabes desde dónde estoy escribiendo? Pues nada menos que desde la Merindad de Montija, al norte norte de la provincia. Tengo casa familiar por aquí, y es una zona ideal para rodar con moto. De momento lo he hecho con la Ducati, pero el próximo viaje, me vengo con la TX para ir a comprar quesadas y soabos a la Vega de Pas 🙂