No me puedo resistir a explicarlo.
El viernes pasado me entregaron mi Vespa. na Iris de 1995, sin disco ni motor de arranque.

El domingo, para estrenarla,me fui de Barcelona a Maià de Montcal, un pueblo cerca de Besalú (Gerona), a unos 145 Km de distancia, a comer a casa de unos amigos para celebrarlo y volví el mismo día, ya de noche. Prácticamente todo por la N-II. Todo bien, entre 80 y 105 Km/h según el velocímetro. Un día lo comprobaré con el GPS.

Cuando la aguja del indicador de nivel de gasolina se tumbó casi al llegar a destino (no llegó a encenderse el chivato de reserva, paré a poner gasolina. Levanto el sillín, saco el bote de aceite, veo que no tiene un indicador demasiado claro para dosificar y me decido por llenar el depósito y luego ponerle el aceite de la forma más precisa de la que sea capaz.

Cojo el boquerel lo sitúo en el agujero y empiezo a servir gasolina; al cabo de muy poco huelo a gasolina más de la cuenta, oigo un ruido de líquido y al mirar abajo veo que por del suelo de la vespa cae la gasolina a chorro. Un charco impresionante. Paro de suministrar cuelgo el boquerel y miro debajo. La gasolina caía a desde el centro de la parte trasera del suelo.

Mientras espero que pare, pienso qué narices se habrá roto. Me pregunto cómo lo arreglaré y maldigo mi suerte. Los de los otros coches que estaban en la gasolinera me miran de reojo y se apresuran a irse.

Vuelvo a mirar al depósito y veo que ... ¡el tapón está puesto! :sorpresa1:

Pensando en la mezcla, me había olvidado de abrir el depósito y había puesto la gasolina en el hueco que hay por delante del depósito, casi en la bisagra del asiento.

Ya podéis imaginar la risa idiota que me entró mezcla de ridículo y vergüenza, supongo que al 2%. 😳

Total que la sequé como pude, la dejé airear unos 5 minutos y la arranqué al lado del extintor ese grandote que hay en las gasolineras por si acaso. No se incendió y seguí camino lo más dignamente que pude.

En fin, acepto collejas virtuales.