La mesa de inscripciones totalmente preparada y las funciones de cada uno de nosotros, más que sabidas.

He de decir que, aunque he participado en otras organizaciones, este era mí bautismo en este tipo de eventos motorísticos y que hasta ahora estaba orientándome por los comentarios de los más avezados y por mi propia lógica e instinto.

Pronto empezaron a llegar vespas desde los más recónditos lugares de nuestra geografía…y empezamos a realizar las primeras inscripciones….

Nombre?,

Nik?

Te quedarás a comer y a cenar?

Talla?....

¡Eh, Jesús o Alfonso Pasadme una XXL!...

Ahí tienes tu acreditación y bolsa con regalos, ¡que lo pases bien!

Esas eran las palabras de rigor que cruzábamos con cada participante. Todo iba saliendo “sobre ruedas”(3.5”x10”lógicamente)

De pronto, apareció ante nosotros una enorme persona, ataviada con una parca verde al más puro estilo MOD, con aire desorientado y cansado, se presentó como “cabeza caliente” venía de Italia, el viaje le había costado tres días…hay que añadir a esto su bondadosa corpulencia, pues pesaría con toda seguridad, más de dos quintales. Pedía con insistencia que le orientásemos para llegar al hotel a descansar. Se le acompañó.

Por supuesto le pregunté en que vespa había venido, con la intención de procurarme una de esas. ¡Seguro que son muy fiables!

Después de realizar un gran número de inscripciones, nos fuimos a cenar al Pub “Tour Seasons” ¡magnifica cena fría, a fe mía! La calle quedó abarrotada de vespas. Por primera vez se rompieron las expectativas de asistencia. ¡Esto empezaba bien!

Eran las 8.30 a.m. del día 9 cuando llegué a la sede del Club, ¿porqué no decirlo?, con cierta intranquilidad y algunos nervios, por lo que se nos avecinaba. Allí, como de costumbre, ya estaba Juan Crespo “Juanito” con las puertas abiertas, todo en orden y la cafetera caliente. Nuestro camarero y amigo Isidoro alias “el paraca” (pues sirvió en aviación) sirviendo cafés con leche, magdalenas… Todo en perfecto estado de revista.

No paraban de llegar vespas, hasta doscientas doce de ellas llegaron a llenar el recinto que habíamos preparado para tal fin.

Los vespistas se saludaban como amigos después tiempo sin verse. No se transmitía otra cosa que no fuera la de fraternidad y buen rollo. Me vienen a la cabeza, otras concentraciones de otro tipo de motos y desde luego nada que ver. Aquí no se veían miradas altivas ni chulescas, no se intentaba demostrar ni mostrar que la “tía” que me acompaña es la que más “buena está” de toda la concentración y la que más culo enseña. No, justo es decir, que la gente ha sido encantadora, las niñas una monada, el ambiente muy familiar y el trato entre los participantes exquisito ¿Tendrá algo que ver el tipo de moto que nos gusta? o ¿nos gusta este tipo de moto por el tipo de gente que somos?

Los horarios se estaban cumpliendo. Era esta mi gran preocupación. Estoy convencido que los horarios han de ser escrupulosamente cumplidos por respeto a los puntuales.

Las inscripciones finalizaron en el tiempo y hora previstos. Pensábamos (pues no os atrevíamos a decirlo en voz alta) que todo estaba saliendo a la perfección.

Acabadas las inscripciones llegó la Policía Municipal para guiarnos en el recorrido por la ciudad (creo que alguno de ellos se hará socio del club, después de percatarse del ambiente que he descrito con anterioridad)

Manolo “Manolito-ito” estaba exultante, ¡había que verlo con el megáfono! Parecía el presentador de Operación Triunfo, recordaba aquellas películas de los años veinte, por la velocidad de sus movimientos, gritando: ¡Venga arrancad los motores, vosotros poneos allí, eh,eh, si, si, tu, el de la primavera, veníos hacia aquí, tu no hombre, tu qué date quieto ahí!... y así hasta tener perfectamente formado al personal y preparada la salida.

A la hora prevista, con permiso de la autoridad y el tiempo acompañándonos, se oyó un cohete y a continuación una traca rematada con un gran “Masclet”, anunciando la salida de la comitiva. Ahí el que estaba exultante y alegre era PePePersianas…¡como se lo pasó con las tracas! además tuvo la vista de explosionarlas por delante de nuestro paso, así nos veíamos obligados a inhalar el humo con ese olor tan característico del humo de la traca, para nosotros habitual y conocido y para los foráneos, un aliciente añadido.

Fue impresionante cruzar las calles de Castellón las 212 Vespas y observar las caras de las gentes al vernos pasar. Nuevamente me vino a la cabeza la imagen de otro tipo de vehículos comparando las caras de las gentes a nuestro paso. En este caso eran de alegría, no había nadie que no nos recibiera con una sonrisa yo diría de complicidad. ¿Qué familia no ha tenido una vespa? a todos ellos les venían, con toda seguridad recuerdos de su niñez, quizá el periodo más feliz de nuestras vidas. De ahí su sonrisa.

Cruzamos Castellón y bajamos hasta el Grao por la Avd. del Mar, allí se nos agregó otra vespa con sidecar que venía en sentido contrario (más adelante os contaré lo que pasó)

En todas y cada una de las rotondas y cruces había un miembro de la organización, perfectamente ataviado, protegiendo cual caballero andante a la comitiva vespera. ¡ Que buen trabajo han hecho!¡con qué seriedad y rigor lo han realizado! Desde aquí les doy las gracias y felicitaciones, así es, como desde la responsabilidad, hay que afrontar los cometidos. La bajada hasta el Grao era preciosa, tuve la suerte de viajar a cola de caravana y ello me proporcionaba una vista general de la comitiva que casi la perdía de vista (la Guardia civil que nos custodiaba comentaba que la caravana llegaba a ser de unos 2.5Km. aprox.).

Manolito, nos adelantaba una y otra vez como una exhalación, estaba en todas partes (estoy pensando seriamente que a lo mejor estaba en todas partes ¡y al mismo tiempo!).

Estoy seguro que le venían recuerdos de su vida pasada, por el manejo del silbato y por la atención y disciplina con la que se comportaba. Pasabas a su lado y parecía de pié en su vespa, una de esas bailarinas del Moulin Rouge de París, que se les adivina una ligera sonrisa, pero su mirada no esta fija en nadie, están como poseídas por la belleza y siempre con la vista fijada en el infinito. Así estaba Manolito, pero sin estar poseído por la belleza.

Llegamos, a orillas de las magníficas playas de nuestra costa del Azahar, pasando por Benicàssim, hasta las cuestas de Oropesa, donde nos esperaba en su puerto deportivo un suculento almuerzo. La llegada hasta allí no fue nada fácil, las cuestas del Balcó d´Oropesa tienen hasta un 20% de desnivel en algunos tramos, allí demostraron una vez más su poder, nuestras monturas, superando todas ellas las tremendas rampas. ¿he dicho todas? Bueno quería decir todas las inscritas en la Vespaniada. ¿Os acordáis de aquel sidecar que se nos agregó durante la marcha? Pues resulta que bajando la última rampa de más de un 20% de desnivel, perdió el control saliéndose de la calzada y después de dar un par de vueltas de campana, quedó el side sobre un arbusto y el piloto bajo el side. Se le atendió de inmediato por nuestras asistencias, siendo necesarias cinco personas para sacar de allí a moto y motorista. Por suerte no hubo que lamentar ningún daño personal, aunque el sidecar parecía que venía de segar la hierba para las vacas, por la cantidad que llevaba en cada una de sus juntas, puños, matrícula y habitáculo del side.

Allí mismo, se despidió de la comitiva.

Después de almorzar reemprendimos la marcha dirección Cabanes, donde nos esperaba una suculenta paella. Podríamos pensar que no hubo ningún incidente ni avería por el camino, pero no fue así, ¡Hasta se cambió un embrague sobre la marca! Eso nos da una idea de lo profesional del equipo mecánico que nos asistía dirigido por Paco Sanahuja ¡perfecto!, desde aquí, muchas gracias Paco.

La vista desde el puente de la nueva autovía a su paso por Cabanes era extraordinária pues las primeras vespas estaban aparcando en el restaurante y las últimas aún se veían por Cabanes… La paella estaba buena y el ambiente aún mejor. Solo se me ocurre poner un pero y ese pero es, que se nos olvidó poner a los postres, el nuevo himno del Club. Seguro hubiese ayudado mucho a crear aún más ambiente en la entrega de diplomas de agradecimiento, a las entidades colaboradoras.

La Benemérita disfrutaba de la comida aunque su bebida fuese de agua exclusivamente. Estaban absolutamente integrados en el grupo y disfrutando de su tarea, lo cual se podía percibir y aún hacía más agradable la excursión.

A las 16.30 reemprendimos la marcha de vuelta a Castellón por la carretera de Miravet pasando por el Mas de Venancio, les Santes, Font de Miravet hasta llegar de nuevo a Oropesa, desde allí cruzando por Benicàssim subimos al Desert de les Palmes donde paramos a descansar en el Pla de la Creu. Nos hicimos una foto de grupo, la verdad es que daba igual posar de frente que de espaldas dado lo numeroso del grupo y la distancia del disparo, seguro que no se nos podrá distinguir.

Bajamos el Desert hasta Castellón y cruzamos por la calle de En medio ¡Que ambientazo! Como resulta que los sábados es peatonal, estaba a rebosar de gente, que se apartaban para vernos pasar, creando un pasillo humano… fue algo que nunca olvidaré.

Llegamos a ocupar prácticamente toda la longitud de la calle (un par de Km.) la gente aplaudía y como comenté antes, su cara reflejaba simpatía y hasta empatía con el grupo. Los padres señalaban a una u otra vespa llamando la atención de sus hijos, por lo diferentes y bonitas que son ¿acaso existen dos Vespas iguales? sinceramente creo que no.

Aparcamos nuestros preciados vehículos en la plaza de Huerto Sogueros y allí teníamos preparado un refrigerio y un merecido descanso hasta la hora de cenar. Unos, los más afortunados, se fueron al hotel a ducharse y descansar un poco, otros pasearon por la ciudad, y otros nos quedamos allí en la terraza de la cafetería, disfrutando de la vista de las vespas y de cómo las visitaban las gentes que por allí transitaban.

A las 21.15h. nos pusimos de nuevo en marcha hasta el restaurante 7 de Julio donde nos esperaba una suculenta cena de las que no se salta un galgo, eso si, no apta para vegetarianos.

Se entregaron infinidad de regalos, cascos, bolsas con cosas dentro, aceites… y hasta un juego de maletas.

Por las caras que pude observar, todos estábamos ansiosos de que nos tocase un casco, pero cuando salieron las maletas hacíamos como en la escuela, cuando el maestro se disponía a preguntar y mirábamos a otro sitio sin atrevernos a cruzar la mirada con el de la mano inocente. Todos estábamos a la expectativa para ver como se llevaban la maleta en la vespa hasta su ciudad ¡también fue un momento simpático!. En la locución estaba también, como no, Manolito. Ese momento ya no era como el de la vuelta, ahora ya había cumplido su obligación, había cenado y “regado” la cena. Lo que ocurrió, no hay que tenérselo muy en cuenta, pues llegado el momento de máxima exaltación hasta hizo realidad eso de la pluralidad… ya me entendéis… allí, cuando salió Pedro a recoger su premio, hubo de todo…ya veremos que dice cuando se vea en las fotos…ja,ja,ja.

No sé que pasó a continuación, pues mi cuerpo cincuentón me pedía a gritos volver a casa, ducharme y acostarme para seguir siendo persona al día siguiente. Así lo hice.

Los demás se fueron a la discoteca donde estaba esperándonos un concierto del grupo los Imposibles, hasta altas horas de la madrugada.

Al día siguiente nos esperaba una monumental tortilla de patatas en el Bar Jota´s de Benicàssim. No esperábamos una gran afluencia de gente, pues por pura lógica ese día al tener que reemprender la vuelta a casa, creíamos que no vendrían muchos, pero cual fue la sorpresa al ver que éramos nuevamente más de una centena y media, las vespas llegadas hasta la monumental y riquísima tortilla, con la que se nos agasajó.

Disfrutamos nuevamente y de lo lindo, con el almuerzo a orillas de la playa de la Almadrava de Benicàssim.

Allí empezaron las despedidas, tristes como siempre y con los deseos de reencontrarse en otros lugares el próximo año.

Así acabó para mí una magnífica experiencia , la cual, con toda seguridad, me ha enriquecido como persona.

Gracias a todos por ello.

¡Hasta la próxima!