Cada Vespa tiene su propia historia, hoy os contaré la de Ofelia, una Vespa 150 s primera serie del año 63, coetánea de la que un día recorrió el mundo en 79 días.

Corría el año 1964 cuando el burgales residente en Madrid D. Ángel Gabriel, buen amigo de mi padre, decidió comprar una Vespa. Encontró una de segunda mano de color verde y no se lo pensó dos veces. A partir de ese momento fué el vehículo usado para desplazarse a los guateques de medio Madrid, con compañía femenina cuando había suerte, con mi padre detrás cuando no se comían una rosca (jeje).

Dos años después, mi padre y Ángel, inseparables, ya tenían los dos Vespa, mi padre compró su Vespa Sprint con la que los dos, mano a mano, con sus 150 cc, dejaron atrás kilómetros y kilómetros a lo largo de la península. Viajes a Burgos, Ávila, Valencia, Segovia... fueron dejando mella en ambas Vespas; la de mi padre fué recuperada del abandono en el año 2000, después de ser retirada de un corral donde la paja y el escombro la taparan durante mas de 20. Antes la arena y la tierra la enterraban, ahora se desenvuelve por estos medios como pez en el agua.

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Pero Ofelia no tuvo tanta suerte. Su dueño tuvo que abandonar Madrid en el año 1967 para realizar el servicio militar, momento en el cual Ofelia fué trasladada a un pequeño pueblo de Burgos, el mismo pueblo donde durmió la Vespa Sprint de mi padre. Pero la vida de esta Vespa fué mas dura ya que pasó aproximadamente unos 15 años en un corral a la intemperie y después fué trasladada al patio de una casa donde su única protección era un tejadillo de uralita y la hierba crecía por encima de su suelo. En este lugar pasó unos 25 años.

El 29 de Mayo de 2007, tras hablar con Ángel sobre la posibilidad de comprarsela decidió generosamente regalarmela sabiendo de mi afición. No daba crédito, me parecía algo increible poder reunir dos Vespas con tanta historia. Como hecho curioso os muestro esta foto de Ángel en la que posa encima de una piedra publicitaria al borde la carretera Nacional I a su paso por La Cabrera. La foto la tomó mi padre allá por el año 1967, las Vespas estaban detrás.

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El estado de la moto cuando la recogí era deprimente. Tras algún intento infructuoso por parte de los hijos de Ángel de repararla el motor había ido a parar a un pequeño pueblo de Ávila. Tuve la suerte de poder recuperarlo para una futura restauración.

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Procedí a desmontarla entera con intención de restaurarla, eso fué hace un año y medio.
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En la actualidad me he planteado rehabilitarla primero para lo cual estoy montándola de nuevo pero con alguna mejora para asegurarme el éxito en la itv. Aunque su aspecto es bastante espantoso aspira a ser una de las Vespas más bonitas de mi colección.

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Sea como fuere, una Vespa siempre despierta sensaciones únicas, esté como esté, tenga el aspecto que tenga, y más si tiene esta historia.
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Continuará...